digo
para tener mis manos ocupadas en algo
un café
que me proporcionase la excusa perfecta para apartar la vista de tus ojos por algunos segundos...
quizá tu también hubieses querido un café
pero no había siquiera un vaso de agua
lo cual es una suerte
primero porque detesto el agua
y segundo, porque realmente no hacía falta
no era necesaria la excusa.
no había mejor tregua que saber el nerviosismo del otro
a juzgar por nuestros rostros.
me sentía extrañamente bien allí
dejando a un lado la tentación que representaban tus labios
y haciendo caso omiso a la tentación que significaban los mios para ti
dejando de lado que tal vez era el lugar preciso, o el ambiente perfecto.
olvidando todo eso.
Por diferente que nos paresca a nosotros
y por estúpido que le paresca al resto
hagamos un alto en el camino para charlar un momento
sin café, sin excusas
con nerviosismo y a modo de tregua,
conmigo,
contigo...